María Asunción Aramburuzabala, la mujer más rica de México

La mujer más rica de México asegura que nunca tuvo vocación de ser empresaria, sino que una promesa realizada a su padre antes de morir le obligó a formarse en un mundo de negocios que le era casi completamente desconocido.

Hoy, sin embargo, María Asunción Aramburuzabala puede presumir a sus 59 años de una fortuna de US$6.180 millones, lo que según Forbes la sitúa en el quinto puesto de su lista de millonarios de México y como la tercera mujer más rica de América Latina (solo por detrás de la chilena Iris Fontbana y la brasileña Lucia Maggi).

María Asunción Aramburuzabala

Heredera de la empresa líder de cerveza en México y fabricante de la mundialmente conocida Corona, Grupo Modelo, Aramburuzabala supo multiplicar después esa fortuna familiar gracias a inversiones en el campo inmobiliario, tecnológico, bancario o de telecomunicaciones, entre otros.

‘Mariasun’, como la conocen sus personas cercanas, fue también la primera mujer en ingresar en el consejo de administración de la Bolsa Mexicana de Valores y tiene en su currículum el haber participado en los consejos de algunas de las empresas más influyentes de México.

El imperio familiar de la cerveza

El origen cervecero de la fortuna de Aramburuzabala comienza en el pequeño municipio vasco de Eskoriatza, en el norte de España. En una familia numerosa y muy humilde nació su abuelo Félix, quien se dedicaba a transportar piedras en carretas de bueyes para ser usadas en construcciones.

Como tantos otros, a inicios del siglo pasado decidió viajar a América en busca de oportunidades. En México comenzó en el negocio de la levadura y, tras conocer al entonces presidente de Grupo Modelo, se acabó convirtiendo en su socio y en uno de los principales impulsores de la compañía.

De su familia y esos orígenes humildes, Aramburuzabala asegura que aprendió “la honestidad, la disciplina y el trabajar largas jornadas de trabajo”.

Tras la muerte de su abuelo, fue el padre de María Asunción, Pablo Aramburuzabala, quien heredó su parte de la empresa. Cuando este fallece víctima de un cáncer terminal, es a ella a quien le toca tomar las riendas con solo 32 años por petición expresa de su padre.

“(Él) estaba ya muy, muy grave, y esa promesa que yo le hice de cuidar a la familia… fue algo que a mí me determinó. Es algo que cargo todavía con ello (aunque) lo haría sin esa promesa (…). He sido como el guardián y el hombre de la familia”, reconoció en su entrevista del año pasado.

María Asunción Aramburuzabala

Recuerda sus inicios como una etapa muy difícil. Tras casarse con el empresario Paulo Patricio Zapata a la edad de 19 años, Aramburuzabala estudió la carrera de contaduría pública y tuvo a sus dos hijos.

Pero cuando fallece su padre, lo cierto es que la hoy empresaria se dedicaba a las labores del hogar y resume con una sola frase su situación en aquel momento: “Yo fui de la cocina a la oficina (…). No fue que yo tuviera vocación de ser empresaria, sino que fue más bien enfrentar la necesidad”.

Años de aprendizaje

Asegura que, en ese momento, empresarios y banqueros cercanos intentaron aprovecharse de la familia y sacar beneficio de su inexperiencia en el sector. Pero su madre y su única hermana confiaron en ella para ponerse al frente de los negocios.

“Les dije: ‘Tengo que aprender, pero sí les digo que yo no me voy a aprovechar de ustedes’. No es que me escogieran porque fuera muy buena, la verdad que tampoco había mejor… o sea, era yo la opción”, admitió quien pasó a ocupar el cargo de vicepresidenta de Grupo Modelo.

Después conocería a Carlos Slim, el hombre más rico de México, y de quien dice que sí recibió ayuda y recomendaciones. “Él tiene todo para aprender porque es una persona inteligentísima (…). Es una persona que no se le va nada, que está en todo, que conoce todas sus inversiones… Es impresionante el control que tiene”, destacó.

Aramburuzabala, quien se define a sí misma como “una mujer de carácter” e “increíblemente dura” consigo misma, se impuso para tomar entonces su lugar en los negocios y fundó la firma de inversiones Tresalia, en alusión a “tres aliadas” (su madre, su hermana y ella) para diversificar sus operaciones.

Consciente de su falta de criterio para saber dónde invertir en aquel entonces, optó por rodearse de abogados y asesores en quienes no delegaba al 100%. “Yo iba (con ellos) y me sentaba en todas y cada una de las reuniones que había. Y pues así aprendí”, reveló.

Pero en 2013, Grupo Modelo fue vendida a la multinacional belgo-brasileña AB InBev. Y aunque la mayoría de directivos decidió desvincularse por completo de la compañía, ella optó por permanecer como accionista.

“Soy una gente medio sentimental en el sentido de que las raíces me pueden (…). Es mi DNA y yo creo que es algo que nunca voy a dejar”, dijo, a la vez que se definió como “chelera (cervecera) y tequilera”.

Una mujer en un entorno machista

Sobre el camino recorrido hasta convertirse una de las pocas mujeres en ocupar tan alto cargo, Aramburuzabala reconoce que no fue nada fácil desembarcar en la directiva del negocio familiar.

“No hay ningún negocio más machista que la cerveza. Y mi papá va y tiene dos mujeres (hijas)”, recordó. Su madre, en cambio, las animó siempre a que creyeran en sus posibilidades. “Despierten. Aquí ustedes se tienen que preparar, porque aquí no hay hombres en la familia y ustedes van a tener que enfrentar su terreno”, les decía a ella y su hermana.

Y aunque en sus inicios como empresaria reconoce que la participación de las mujeres en los negocios era casi “nula”, hoy ve satisfecha cómo participan más en la vida política y en puestos de poder en las empresas.

“Nosotras mismas nos decimos muchas veces que no se va a poder. Tenemos que romper ese paradigma de aquí no puede haber mujeres (…). Tenemos que aventarnos (lanzarnos) y hacerlo”, opinó, a la vez que apostó por más diversidad en las juntas directivas. “Se traen otras visiones y la conversación se enriquece”.

Rosalía Lara, editora de Inteligencia de la revista Expansión en cuya lista de ‘Las 100 mujeres más poderosas de los negocios’ aparece Aramburuzabala en el segundo puesto, destaca cómo en México sigue siendo común que los hombres sean quienes hereden los negocios y las mujeres se centren en temas filantrópicos.

“Ese no fue el caso de Aramburuzabala, que fue más allá al participar como consejera en otras compañías, lo que no es para menos. México ocupa el último lugar de América Latina en el número de mujeres en los consejos de administración de las empresas que cotizan en Bolsa con apenas un 7,7%, según un estudio realizado por Proyecto sobre Organización, Desarrollo, Educación e Investigación (PODER)”.

Reinventarse en el futuro

Cuando piensa en cuál ha sido su inversión favorita, Aramburuzabala señala a las escuelas Aliat. “Cuando educas a una persona, le cambias la vida. Es algo super llenador y es algo que ningún otro negocio te da: factor humano”, dijo.

De hecho, asegura que si realizó algunas de sus inversiones es porque sentía que eran necesarias para el crecimiento y desarrollo de los mexicanos. “Yo veía las acciones en la Bolsa Mexicana de Valores y decía: ‘¿Cómo es posible que México no tenga una empresa de tecnología pura, que no haya una de educación?'”.