En la China contemporánea, un país que durante décadas fue símbolo de crecimiento económico vertiginoso y expansión laboral, se está viviendo una paradoja: un contexto en el que la alta cualificación de su población joven contrasta con un mercado laboral saturado y en crisis. Casos como el de un repartidor con estudios de filosofía o un doctorado de la Universidad de Tsinghua que termina trabajando como auxiliar de policía son reflejo de un fenómeno que afecta a millones de graduados en el país.

Un panorama laboral incierto

La economía china, antaño considerada un motor global, enfrenta desafíos significativos. Sectores clave como el inmobiliario y el manufacturero han experimentado una desaceleración preocupante, y el desempleo juvenil, que rondaba el 20% antes de un reciente cambio en la metodología de cálculo, sigue siendo elevado, con cifras que alcanzaron un 16,1% en noviembre de 2024.

Esta situación ha forzado a los jóvenes a aceptar empleos que están muy por debajo de su nivel de formación. Sun Zhan, un graduado en finanzas con un máster, ejemplifica esta realidad. Pese a aspirar a una carrera en banca de inversión, se encuentra trabajando como camarero en un restaurante. La decisión ha generado críticas de su familia, pero él mantiene la esperanza de que esta experiencia le permita abrir su propio negocio en el futuro.

El desajuste entre educación y mercado laboral

China produce cada año millones de graduados universitarios, pero el mercado laboral no logra absorber a tantos profesionales altamente cualificados. Según el profesor Zhang Jun, de la Universidad de la Ciudad de Hong Kong, “los jóvenes se ven obligados a reajustar sus expectativas, especialmente ante un mercado laboral que ha endurecido sus condiciones”. Este desajuste no solo afecta a los recién graduados, sino también a quienes ya cuentan con experiencia profesional y se encuentran en una situación de incertidumbre.

Wu Dan, por ejemplo, abandonó un empleo en comercio de futuros tras no encontrar oportunidades satisfactorias en capital privado. Actualmente trabaja como masajista en una clínica de lesiones deportivas, un giro profesional que tampoco fue bien recibido por su familia. Sin embargo, Wu ha encontrado en este ámbito un propósito y aspira a abrir su propia clínica en el futuro.

Resiliencia en tiempos de adversidad

A pesar de la incertidumbre, muchos jóvenes están mostrando una notable capacidad de resiliencia. Algunos optan por explorar industrias alternativas, como el cine y la televisión, donde los trabajos como extras ofrecen una solución temporal mientras buscan algo más estable. Wu Xinghai, un joven ingeniero informático, ha encontrado en estos empleos eventuales una forma de mantenerse a flote, describiéndolos como una oportunidad para relajarse y sentirse libre.

No obstante, la falta de confianza en la economía genera un sentimiento generalizado de confusión y desánimo entre los jóvenes, quienes a menudo se sienten atrapados entre sus aspiraciones y la realidad del mercado laboral.

Reflexión final

El caso de China no solo pone de manifiesto las tensiones entre educación y empleo, sino que también plantea preguntas sobre el modelo económico global y su capacidad para ofrecer oportunidades reales a las generaciones más preparadas de la historia. En este contexto, la adaptabilidad y el emprendimiento se convierten en herramientas esenciales para enfrentar un futuro incierto.

Es evidente que el talento está presente, pero falta un entorno que lo valore y lo potencie. Mientras tanto, los jóvenes chinos siguen buscando su lugar en una economía que, aunque en crisis, aún guarda un potencial inmenso por desbloquear.

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