Todas las sanciones que EEUU y Europa están desplegando en el contexto de la guerra tecnológica con China persiguen un mismo objetivo: impedir que el país liderado por Xi Jinping pueda fabricar a corto y medio plazo sus propios circuitos integrados de vanguardia. Estos chips juegan un rol crucial en los ámbitos de la industria militar y el desarrollo de la inteligencia artificial, por lo que sin ellos a China le va a resultar esencialmente imposible medirse de tú a tú con las potencias occidentales.
No obstante, hay algo que este país asiático sí tiene: una economía sólida como una roca. Al menos por el momento. Y este recurso está siendo utilizado por el Gobierno chino para inyectar ingentes cantidades de dinero en su industria de los semiconductores. Lo interesante es que una parte de los miles de millones de dólares que está entregando a los fabricantes de chips no persigue contribuir al desarrollo de sus propios circuitos integrados de vanguardia; pretende catapultar la producción de chips fabricados con litografías de 28 nm o más antiguas.
Permitir a China dominar la industria de los chips consolidados es un error catastrófico
No lo decimos nosotros; lo asegura Roslyn Layton, analista en la Fundación para la Innovación Americana. Y sus argumentos son contundentes. Los semiconductores de vanguardia son esenciales para el desarrollo científico, tecnológico y militar, pero los chips fabricados con tecnologías de integración superadas, como los de 28 nm, están por todas partes. En los coches, los electrodomésticos y los dispositivos que utilizamos cotidianamente, sí, pero también son esenciales en las infraestructuras críticas y los sistemas militares. Sin su respaldo los circuitos integrados de vanguardia no pueden llevar a cabo su cometido. Y China lo tiene clarísimo.
sta es en definitiva la razón por la que la Administración de Xi Jinping está entregando miles de millones de dólares a sus principales fabricantes de chips, entre los que se encuentran SMIC o Hua-Hong Semiconductor. En su artículo Layton ha recuperado una cita de Reuters que sintetiza bastante bien esta coyuntura: «Los embargos de EEUU impiden a China producir chips avanzados, por lo que SMIC está duplicando la producción de circuitos integrados maduros y ha anunciado que construirá cuatro nuevas plantas que le permitirán multiplicar su capacidad de fabricación por tres».
Gina Raimondo, la secretaria de Comercio de la Administración estadounidense, puso encima de la mesa su preocupación en este ámbito durante una conferencia que se celebró la semana pasada en el Instituto Americano de la Empresa: «La cantidad de dinero que China está volcando en subsidios con el propósito de incrementar su capacidad de fabricación de semiconductores maduros es un problema en el que tenemos que pensar y que requiere la colaboración de nuestros aliados».
Las declaraciones de Raimondo reflejan con claridad que el Gobierno de EEUU está preocupado por esta coyuntura, y Europa no va a mantenerse al margen. No lo ha hecho hasta ahora. Dadas las circunstancias es muy razonable prever que próximamente el alcance de las sanciones impuestas a China por la alianza liderada por EEUU se incremente con el propósito de torpedear su actual dominio de la industria de los chips maduros. Hay mucho en juego y es evidente que ninguna de estas grandes potencias va a dar su brazo a torcer.