Berkut, la mayor plataforma petrolífera del mundo: capaz de aguantar olas de 18 metros, terremotos y -25ºC

Visto a lo lejos, emergiendo de las aguas del mar de Ojotsk, en pleno Océano Pacífico, la plataforma offshore Berkut parece casi un guiño a la ciencia ficción distópica, una ciudadela al más puro estilo ‘Waterworld’ encaramada sobre cuarto gigantescas columnas de hormigón y tocada por una estilizada pluma de grúa.

Berkut tiene poco sin embargo de fantasía y mucho, muchísimo, de ingeniería. Desde que se estrenó, a comienzos del verano de 2014, es todo un alarde de lo que la industria petrolífera puede lograr cuando se lo propone. No en vano se la presenta a menudo como la mayor plataforma de petróleo y gas del mundo.

Bazas tiene para serlo.

La plataforma, impulsada en su día por las firmas Rosneft, ExxonMobil, SODECO y ONGC Videsh para aprovechar los recursos fósiles del campo Arkutum-Dagi —parte a su vez del proyecto Sakhalin 1—, es un titán de los mares.

Berkut mide 105 metros de largo por 60 de ancho y si se tiene en cuenta su parte sumergida alcanza una altura de 144 m. Más o menos como un enorme rascacielos de 50 plantas. Solo su parte superior pesa más de 42.000 toneladas, lo que explica que la mole en su conjunto, incluida la parte inferior, pase de las 200.000.

Una mole para condiciones extremas

No son sus únicas medidas de infarto.

Al menos en junio de 2014, cuando se inauguró, la plataforma presumía de incorporar el dispositivo de perforación top drive más potente del mundo. Gracias a ese “músculo” la máquina alcanzaba una capacidad de elevación de 1.150 toneladas y sus responsables esperaban que el campo Arkutun-Dagi aportara hasta 4,5 millones de toneladas de petróleo al año al consorcio Sakhalin-1.

Para semejante tarea sus creadores quisieron que Berkut pudiera trabajar sometido a las condiciones más extremas, soportando temperaturas gélidas, olas brutales  y temblores de tierra. La plataforma se estrenó con un sistema pionero capaz de soportar seísmos de magnitud 9 sin que su eficiencia se vea afectada y seguir operativa a -25ºC o bajo el embate de olas de 18 m, casi como un tsunami. Es capaz incluso de soportar la presión de capas de hielo de dos metros.

Si las medidas de Berkut son impresionantes no lo es menos la logística que tuvieron que desplegar sus impulsores en 2014 para ensamblar la plataforma, una maniobra durante la que se rompieron varios récords mundiales. Para fijar la parte superior, de 42.000 toneladas, tuvo que recorrer una distancia de nada menos que 2.600 kilómetros desde el astillero coreano de Daewoo Shipbuildng and Marine Engineering, en la que se ensambló, hasta su destino, en las aguas del mar de Ojotsk, a unos 25 kilómetros de la isla de Sakhalin, en territorio ruso.

“Solo desde la plataforma se perforarán 45 pozos con un caudal diario máximo de 12.000 toneladas, que proporcionarán 4,5 millones de toneladas de petróleo al año. Está prevista la perforación de 28 pozos productores de petróleo, 16 de inyección de agua y uno de reinyección de corte. La plataforma está situada a una distancia de 25 kilómetros de la costa, en la zona donde la profundidad del mar alcanza los 25 m”, explicaban en 2014 desde la firma petrolera rusa Rosneft.

Ya entonces la plataforma del campo de Arkutum-Dagi se planteaba como una pieza más en un proyecto mucho mayor, Sakhalin-1, que incluía la explotación de otros dos depósitos: Chaivo y Odopta, todos localizados en la plataforma nororientalde la isla Sakhalin. “La explotación de los yacimientos se realiza en varias etapas: la primera es la de Chaivo, iniciada en 2005, y de Odoptu. La tercera etapa supone la explotación, a partir de 2014, del yacimiento de Arkutun-Dagi. El ciclo de vida del proyecto durará hasta 2040-2050”, detallaba entonces Rosneft.

Su puesta en marcha requirió un acuerdoentre el Gobierno de Rusia, las autoridades regionales de Sakhalin y un consorcio internacional conformado por la propia Rosneft (20%), la india ONGC Videsh (20%), la japonesa SODECO (30%) y la estadounidense ExxonMobil, implicada con una participación del 30% a través de su subsidiaria Exxon Neftegas. En 2020 al celebrar el 25 aniversario de la firma del acuerdo de Sakhalin-1, Rosneft calculaba que la producción acumulada de petróleo y condensadosuperaba los 125 millones de toneladas y se habían suministrado ya 28 bcm (billion cubic meters) de gas natural a Extremo Oriente.

Berkut quizás fuese diseñada para permanecer impasible ante el empuje de olas gigantescas, los temblores de tierra y las temperaturas subárticas mientras trabaja en el Pacífico, pero no las derivadas geopolíticas de la guerra de Ucrania.

Sus últimos años han sido agitados. Al menos en los despachos.

En marzo de 2022, poco después del inicio del conflicto, ExxonMobil anunciaba su intención de dejar su último proyecto de petróleo y gas en Rusia, lo que suponía dejar de operar y salir de Sakhalin-1 de forma “coordinada” con el resto de socios. Meses después, en octubre, el Gobierno de Vladimir Putin daba un paso más y ordenaba la incautación. El pasado abril Moscú buscaba aún un comprador interesado en hacerse con la cuota del 30% confiscada a la estadounidense.

En medio de esas disputas políticas, igual que en las aguas de Ojotsk, se alza la enorme Berkut, una de las mayores plataformas petrolíferas, “la construcción más grande del mundo de su tipo”, como la presentaba Rosneft en 2014.

A lo largo y ancho de los océanos hay otros titanes, incluida Hibernia, diseñada a prueba de icebergs; Petronius, una mole de más de 600 metros de altura si tenemos en cuenta su estructura sumergida; o la potente Perdido, ubicada cerca del Golfo de México. Pocas se pueden medir sin embargo con Berkut.

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