Los japoneses tienen un sospechoso para explicar sus problemas de productividad: los malos hábitos de sueño

Y en un mundo en que “productividad” y “salud” están tan relacionados hay muchas cosas que podemos aprender de esto.

Con una población notablemente envejecida y una escasez de mano de obra prácticamente endémica, la disminución de la productividad se ha convertido en un tema central en Japón. Esta preocupación no es infundada. Según algunas estimaciones optimistas, dentro de 15 años podrían faltar alrededor de 11 millones de trabajadores. Además, si los trabajadores restantes comienzan a ser menos productivos, lo que se conoce como las “tres décadas perdidas” podrían transformarse en un siglo entero de desafíos económicos.

Afortunadamente, investigadores han desarrollado una teoría sobre este problema y señalan a un culpable: la falta de sueño.

¿La falta de sueño? No es sorprendente descubrir que, tradicionalmente, los patrones de sueño en Japón distan mucho de ser óptimos. Los videos de japoneses durmiendo en el metro, de formas bastante peculiares, han creado todo un género por sí mismos. Sin embargo, pasar de ser una “anécdota curiosa” a constituir una “categoría con implicaciones para la economía de todo el país” es un cambio significativo.

Esto no debería sorprendernos. En los últimos años, muchas empresas japonesas han dirigido sus esfuerzos hacia iniciativas de gestión de la salud y la productividad, con el objetivo de preservar la salud de los empleados y, por supuesto, mejorar su rendimiento. El desafío radicaba en que estas eran intuiciones; no se contaba con datos sólidos que relacionaran los hábitos de vida con la productividad.

El estudio en cuestión, llevado a cabo por un equipo de la Universidad de Tsukuba, se propuso descubrir qué estaba detrás de la caída de la productividad. Para ello, analizaron el rendimiento de 12,526 empleados, con edades comprendidas entre los 21 y 69 años, evaluando hasta 11 hábitos de estilo de vida, como fumar, hacer ejercicio, consumir alcohol y dormir adecuadamente.

Los resultados, como era de esperar, apuntaron en una dirección clara. Según las conclusiones de los investigadores, la falta de sueño era el hábito de estilo de vida más estrechamente vinculado con el bajo rendimiento laboral, tanto en hombres como en mujeres. Aunque no era el único factor (caminar lentamente, fumar y saltarse el desayuno en hombres, y comer rápido en mujeres, también estaban relacionados con la productividad).

¿Y cuál es el impacto de esto? ¿Es posible lograr que una sociedad de 125 millones de personas duerma bien? El estudio sugiere posibles estrategias. La educación sanitaria y las intervenciones en el lugar de trabajo orientadas a mejorar el sueño, la alimentación, los hábitos de ejercicio y el horario de la cena podrían tener un impacto significativo en la mejora de la productividad (y la salud) de los trabajadores.

Sin embargo, los cambios culturales son complejos y Japón no ha demostrado ser especialmente hábil en gestionarlos.

¿Qué podemos hacer para dormir mejor?  Hay que recordar que, al margen de lo que podríamos denominar trastornos del sueño, dormir es pura rutina: los estudios nos dicen que un estilo de vida constante y organizado puede ayudarnos a dormir mejor. Cosas como no hacer deporte antes de dormir, no consumir estimulantes, usar nuestra fisiología a nuestro favor y controlar el ambiente en el que dormimos son estrategias “sencillas”  que nos pueden ayudar a vivir mejor.