Fábula: El cura y la dama con secador de cabello

Una Señora muy distinguida estaba en un avión viniendo de Suiza. Viendo que estaba sentada al lado de un simpático cura, le preguntó:

– Discúlpeme Padre, ¿le puedo pedir un favor?

Claro hija, ¿qué puedo hacer por ti?

– Es que yo compré un nuevo secador de cabello sofisticado, muy caro. Yo realmente sobrepasé los límites de la declaración y estoy preocupada con la Aduana. ¿Será que usted podría llevarlo debajo de su sotana?

– Claro que puedo, hija, pero tú debes saber que yo no puedo mentir!

– Ah, Usted tiene un rostro tan honesto Padre, que estoy segura que ellos no le harán ninguna pregunta.

Y le dio la secadora…

El avión llegó a su destino. Cuando el Padre se presentó en la Aduana, le preguntaron:

– Padre, ¿Usted tiene algo que declarar? El Padre prontamente respondió

– Desde lo alto de mi cabeza hasta mi cintura, no tengo nada que declarar, hijo.

Encontrando la respuesta algo extraña, el Vista de Aduana preguntó:

-Y de la cintura para abajo, ¿Qué es lo que usted tiene?

– Yo tengo un equipo maravilloso, destinado al uso doméstico, en especial para las mujeres, pero que nunca ha sido usado.

Muerto de risa, el Vista de Aduana exclamó:

– Puede pasar, Padre..! El siguiente..!

MORALEJA: La inteligencia hace la diferencia. No es necesario mentir, basta escoger las palabras correctas.