Los costes laborales en las fábricas de China se están disparando, por lo que han decidido mudarse a las provincias interiores
China enfrenta uno de los desafíos económicos más importantes de las últimas dos décadas, con su modelo de desarrollo afectado por el bloqueo de semiconductores por parte de Estados Unidos y una economía postpandemia que no responde a los estímulos, mostrando signos de agotamiento.
A esta situación se suma una crisis de producción y social, con empleados que exigen mejores condiciones laborales en las fábricas y marcas que trasladan sus líneas de producción fuera de China para evitar quedar atrapadas en el bloqueo. Ante esta compleja situación laboral, demográfica y económica, las autoridades chinas han tomado una decisión estratégica: si los trabajadores no van a las fábricas, las fábricas irán a los trabajadores.
La clave del éxito económico de China ha sido su mano de obra barata, respaldada por ser el país más poblado del mundo y carecer de derechos laborales. Durante décadas, trabajadores de provincias empobrecidas se desplazaron a las prósperas provincias costeras como Guangzhou o Shenzhen en busca de empleo en fábricas, generando una producción rentable debido a los bajos costos laborales.
Sin embargo, el modelo ha perdido eficacia a medida que la prosperidad permitió que los hijos de estos trabajadores obtuvieran educación universitaria, elevando el nivel educativo de la población. Ahora, con millones de nuevos graduados cada año exigiendo mejores condiciones laborales y aumentos salariales, muchas empresas han cerrado fábricas en China y se han trasladado a países como India, Vietnam, Tailandia, Indonesia o Camboya en busca de mano de obra más barata.
La solución adoptada por el gobierno chino ha sido llevar las fábricas al interior del país, en provincias menos industrializadas como Sichuan o Henan. Allí, los costos laborales son aún asumibles, con salarios hasta un 30% inferiores que los de países vecinos que han servido de refugio contra el bloqueo estadounidense a China.
Empresas como Foxconn, principal ensamblador y proveedor de Apple, Dell o Asus, han respondido a este cambio, trasladando fábricas a provincias interiores como Chengdu, la capital de Sichuan, y abriendo nuevas líneas de producción en Henan, con capacidad para emplear hasta 300,000 trabajadores. La expansión de estas empresas hacia zonas alejadas de la costa, como Hubei o Chongqing, está ganando impulso.
En China, los salarios mínimos se establecen a nivel provincial o incluso por ciudades, lo que significa que hay una diferencia significativa entre los salarios de las fábricas en grandes ciudades como Shanghái o Pekín y las de las provincias del interior. Según la Oficina Nacional de Estadística, el salario medio en Shanghái es considerablemente más alto que el salario medio en las provincias del interior, lo que hace que estas últimas sean atractivas para las empresas en busca de costos laborales más bajos.
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