Su imaginación está fuera de este mundo. Una mirada a la vida y la personalidad del empresario sudafricano.
Es 6 de febrero de 2018. Sus labios carnosos se mueven despacio mientras cuenta: cinco, cuatro, tres, dos, uno. Cuando llega a uno se queda mudo y deja la boca medio abierta. Hay un silencio. Elon Musk no se la cree: con sus propios ojos ve cómo su cohete, el Falcon Heavy, es lanzado al espacio. “Ha despegado”, dice Musk. Hay una nube de polvo gigante, hay fuego. En su cara se dibuja el asombro y pareciera que tiene ganas de llorar, pero no llora. La gente aplaude y él salta como un niño al que se le acaba de cumplir un sueño.
Y es que es un hombre exótico al que no le basta con estar revolucionando el mundo, también lo quiere hacer en el espacio: con su compañía de cohetes SpaceX planea volver a llevar humanos a la Luna en esta década.
Una infancia difícil
Es el mayor de tres hermanos. Su madre se llama Maye Musk, modelo y nutricionista, y su padre, Errol Musk, un ingeniero electromecánico con quien no tiene la mejor relación. “Es un ser humano terrible, casi todas las cosas malas en las que podrías pensar, él las ha hecho”, dijo Musk sobre su padre, en una entrevista a la revista Rolling Stone en 2017.
Musk no nació en cuna de oro y su niñez estuvo marcada por el bullying del que fue víctima en el colegio. “Tuvo una infancia traumática donde no tenía amigos, era un niño dedicado a los libros”, cuenta Mónica Ricardo, experta en emprendimiento y consultora de negocios en EF Ventures. A los 9 años aprendió a programar (inició como un juego) y con el dinero que recogía compraba cómics, computadores y videojuegos.
“Con estos desarrollos encontró un aliciente para esa infancia tan sola y poco extrovertida. Ya en su adolescencia aprendió karate, judo y lucha y así lograba defenderse del maltrato que recibía por parte de sus compañeros”, dice la consultora.
A los 17 años terminó la secundaria en la ciudad de Pretoria (Sudáfrica) y prestó el servicio militar obligatorio en el ejército sudafricano. En 1989 se mudó a Canadá con su madre y sus hermanos. Tres años después obtuvo una beca para estudiar Economía y Física en la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos) y en el verano de 1995 se mudó a Silicon Valley donde se inscribió al doctorado en Física Aplicada de la Universidad de Stanford, pero se retiró en el segundo día de clases.
Liderazgo con sello propio
Cuando no existían métodos de pago en Internet, Musk estaba creando PayPal. Cuando no había carros eléctricos, Musk fundaba Tesla. Cuando era impensable enviar gente al espacio, Musk tenía la idea de SpaceX. Cuando el mundo empezaba a hablar de transporte rápido, Musk ya proponía Hyperloop.
“Es una persona que no solo se queda en los problemas, realmente hace los cambios. Él siempre ha dicho que tiene tres líneas de negocio con sus empresas que son la vida de la humanidad a largo plazo, el riesgo climático y la dependencia de solo este planeta”, explica Ricardo.
Agrega que se involucra mucho en sus empresas para tratar de entender cómo funcionan. “Como tiene una capacidad de absorción de conocimiento distinta, cuando encuentra a alguien de mal genio dice que no le funciona y la echa. Esa no debería ser una forma de liderar a un equipo”.
Por otro lado, Alexis Zlocowski, vicepresidente de Territorio de México y Colombia en Teradata, lo describe como un empresario que inspira porque permite pensar que “los límites son expandibles” e invita a soñar con cosas que a veces en el sector empresarial parecen imposibles.
“Ha sabido capitalizar muy bien sus fortalezas, las oportunidades y el momento indicado para seguir sus instintos y tener visión sobre lo que iba a acontecer. Él dice que la mejor manera de modificar el futuro es crearlo, y me parece que ha sabido anticiparse, actuar antes de que las cosas pasen”.
Así mismo, indica que demuestra que es posible concentrarse en problemas reales y buscar soluciones creativas; que le presta atención a los detalles y deja a un lado las reuniones de Power Point y las conferencias donde se debaten planillas de números, porque se enfoca más en el desarrollo del producto.
“Ha seleccionado muy bien en qué enfocarse y lo ha hecho en los momentos justos para aprovechar esas oportunidades. Además, amplió el concepto de quiénes son los verdaderos accionistas de una compañía a la que se le provee un servicio o producto hacia un stakeholder (grupo de interés) mayor”.
El pasado 8 de mayo, en el show estadounidense Saturday Night Live, Musk reveló que tiene síndrome de Asperger, un trastorno que le dificulta la interacción social. Para Jorge Alberto Calle, decano de la Escuela de Economía, Administración y Negocios de la Universidad Pontificia Bolivariana, esta condición psicológica podría ser la causa de que piense en proyectos que no son tan comunes y a veces casi imposibles.
“Su forma de liderar tiene que ir acompañada de las características de comportamiento para que sea exitoso. Es un emprendedor con alta tolerancia a la frustración y la capacidad de asumir riesgos. Es el segundo hombre más rico del planeta porque piensa fuera de la caja y cree que es posible”, dice.
Y a esto le suma: “Ha identificado unas líneas de trabajo que para muchas instituciones pueden ser interesantes para adelantar investigación y desarrollo en esos temas. Por ejemplo, el problema del cambio climático”.
Sin embargo, Mónica Ricardo señala que puede existir un nivel de riesgo o inestabilidad empresarial porque en medio de ese querer cumplir sus “caprichos” no mide “el poder de influencia” que ejerce en el mundo. Y agrega: “Le falta ser mucho más consciente porque finalmente un tuit suyo podría acabar con la economía, tiene que ser más cuidadoso para lograr un mejor liderazgo”.
Zlocowski piensa lo contrario: “Los riesgos que toma no los hace por gusto, su filosofía se basa en qué problema de la sociedad se va a concentrar, no creo que sea caprichoso, hace una selección cuidada, incluso rompe con los paradigmas propios del mercado como permitir que haya compañías privadas en las exploraciones y lograr una eficiencia que hace que bajen los costos y se masifique el consumo del producto o servicio”.
Su vida también ha estado salpicada por la controversia. Por ejemplo, el año pasado criticó los confinamientos con los que se buscaba frenar la pandemia, los calificó de “fascistas” y los comparó con “encarcelar por la fuerza a la gente en su casa”.
Además, se mostró receloso con las vacunas para combatir la covid-19, posición que luego pareció haber cambiado: “Para ser claros, apoyo las vacunas en general y las vacunas covid específicamente. La ciencia es inequívoca”, escribió en su cuenta de Twitter.
Así es el mundo de Elon Musk, el multimillonario que está a punto de cumplir 50 años (ver Cronología), que se ha casado tres veces y que trabaja 120 horas a la semana, pero que además le saca tiempo a sus seis hijos.