Renovable, constante y predecible. La compañía brasileña TidalWatt se ha empeñado en combinar tres cualidades que no siempre casan bien cuando de energías verdes se trata. Por más que avance su tecnología y se desarrollen nuevos paneles o poderosas turbinas, la fotovoltaica y eólica están condicionadas al fin y al cabo por algo tan difícil de controlar como la disponibilidad de sol o las rachas de viento.
Así las cosas, lo que se ha planteado la empresa brasileña es… ¿Por qué no centrar nuestros esfuerzos en los océanos? ¿Y si nos fijamos bajo su superficie, donde sabemos que hay corrientes fuertes, continuas y bien localizadas?
Con ese propósito han diseñado su propia turbina submarina.
¿Y si nos fijamos en el fondo marino? Esa es la pregunta que se ha hecho TidalWatt, que ha diseñado una Unidad Colectora de Energía de Corriente (UCEC) para aprovechar lo que consideran la fuente de energía crucial para dejar atrás los combustibles fósiles y reducir de esa forma las emisiones de gases contaminantes. «Si la fuente es predecible y constante decimos que ofrece seguridad energética. En ese sentido, el océano es la única fuente de energía renovable segura», explica a Sustainable Brands Mauricio Queiroz, CEO y fundador de TildaWatt.
«Las corrientes oceánicas ya están ampliamente mapeadas, por lo que ya conocemos numerosas posiciones que son ideales para la instalación de nuestras plantas submarinas», abunda. Sus turbinas se han diseñado además para captar la energía hidrocinética de las corrientes del fondo marino y parten de dos premisas que la firma subraya: primero, la fiabilidad de la energía oceánica, «más predecible que la eólica y solar»; segundo, que resultan inofensivas para la vida marina.
¿Cómo es su propuesta? Lo que plantea TidalWatt es utilizar turbinas submarinas diseñadas para captar la energía del océano. De nuevo según los cálculos de Mauricio Queiroz, uno de los dispositivos de tres metros de diámetro de TidalWatt sería capaz de aprovechar una corriente de 1,87 nudos para producir 5 MW. «Prácticamente la misma potencia que una turbina eólica de 180 metros de diámetro», comenta. Su dispositivo podría lograr así una energía similar valiéndose de un generador con un diámetro 60 veces inferior.
«Frente a una aerogenerador de 180 m de diámetro y 4,2 MW de potencia, una UCEC de 3 metros, es decir, 60 veces más pequeña, tiene capacidad para producir 4,25 MW con una velocidad media de corriente d 1,77 nudos, bastante común en todos los océanos del mundo, si bien la velocidad es muy superior en determinados lugares», recalca la empresa, que calcula que el área de barrido de una turbina eólica es aproximadamente 3.600 mayor que la del dispositivo UCEC.
¿Maneja más datos? La compañía incide en que más allá de su eficiencia, la superficie que ocupa, su impacto o las características de la tecnología, su propuesta tiene una ventaja añadida: previsibilidad. «Por la disponibilidad de la fuente, una turbina eólica en promedio produce energía el 30% del tiempo; nuestra tecnología lo hace el 90% —explica el CEO de la firma—. Al ser 3.600 veces más pequeñas, en área de cobertura, nuestras turbinas pueden producir tres veces más energía».
Sus dispositivos están pensados para trabajar en regiones con corrientes que superen de media el nudo de velocidad. Con los datos que tiene sobre la mesa y teniendo en cuenta el consumo de Brasil, Queiroz estima que con una sola de sus turbinas submarinas podría suministrar energía a cerca de 22.800 familias.
¿Y su impacto en el entorno? La compañía asegura que sus turbinas no dañarán la vida marina. Al contrario, reivindican un impacto positivo. «No vamos a construir solo plantas energéticas, construiremos santuarios ecológicos marinos», reivindica el CEO de TidalWatt. Los dispositivos se instalarán lejos de los arrecifes y tendrán un efecto beneficioso añadido: ayudarán a prevenir la pesca de arrastre, una práctica tan dañina para la fauna y flora de los fondos oceánicos que la CE ya ha planteado su eliminación en todas las aguas protegidas de la UE para 2030.
«Sabemos que los animales marinos evitan los objetos en movimiento, pero si por casualidad alguno se siente atraído por una turbina silenciosa que gira a 12 rpm, en el peor de los casos se deslizará con el agua, igual que nosotros nos deslizamos por un tobogán acuático. La probabilidad de chocar contra un aspa es prácticamente nula y es imposible que la turbina hiera o moleste a ningún pez», asegura.
¿Son los únicos con esa apuesta? No. TidalWatt no es ni mucho menos la primera en fijarse en las posibilidades energéticas de los océanos, lo que incluye las corrientes, olas y mareas. Su potencial se ha explorado ya en Australia o incluso España, con diferentes iniciativas, y ha dado pie también a múltiples diseños.
Hace un año se presentaba en Japón Kairyu, una turbina marina creada por IHI Corp, dotada de dos hélices y que permanece anclada al fondo. Desde TidalWatt se reivindica el potencial de su enfoque y recalcan que fórmulas que ahora se usan en los mares, como las turbinas eólicas, no captan «la enorme energía de la corriente».
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