En su búsqueda de mayores niveles de rendimiento y rentabilidad, la energía fotovoltaica ha encontrado un aliado tan inesperado como prometedor, al menos según los investigadores que se han dedicado a probarlo: las microalgas. Y no unas cualquiera. Lo que ha empezado a aplicar en el sector la sueca Algae Factory son diatomeas, un grupo de algas unicelulares que representa uno de los tipos más comunes de fitoplancton, juega un papel esencial en la generación de oxígeno y ha demostrado tener valiosas aplicaciones en las instalaciones que aprovechan la energía solar.
La compañía, que ha recibido fondos del programa LIFE de la UE para la puesta en marcha del proyecto Life Sunalgae, se dedica básicamente al cultivo de grandes cantidades de diatomeas para extraer sus cubiertas de sílice y fabricar “Algica”, un material polivalente que mejora la eficiencia de los paneles fotovoltaicos. El proceso —reivindica la compañía— es respetuoso con el medio y entre otras ventajas permite absorber dióxido de carbono y producir una biomasa sostenible.
El objetivo de la compañía sueca es aprovecharse de “las propiedades únicas” de Algica, sobre todo en el sector energético. “Tiene el potencial de aumentar la eficiencia de los paneles solares de silicio en al menos un 4% y de las células solares sensibilizadas por colorante (DSSC) en hasta un 36%”, subraya la startup sueca. “También debería reducir la degradación de los paneles causada por la radiación ultravioleta con el tiempo, ya que las cubiertas de las diatomeas bloquean la luz UV”.
Para la energía… o el cuidado personal
“Añadiendo Algica al encapsulante o un revestimiento antirreflectante sobre el vidrio del panel solar se ha constatado una mejora de la eficiencia del 3 o 4% en pruebas flash realizadas por institutos externos. La investigación realizada junto con la Universidad Tecnológica de Chalmers ha mostrado que la adición de Algica al material activo de las DSSC aumentaba la eficiencia un 36%”, recalca.
En total, los responsables de Swedish Algae Factory calculan que los costes pueden recortarse aproximadamente un 3,9% en comparación con los paneles solares de última generación.
Además de para la mejora de instalaciones fotovoltaicas, Algica tiene aplicaciones en el sector del cuidado personal. La compañía sueca ya ha creado y puesto a la venta, de hecho, un jabón facial especial de Algica mano a mano con un socio local. Entre otras virtudes, la empresa destaca sus capacidades de hidratación, limpieza, protección antipolución y protección solar.
Gracias al respaldo de Bruselas, Swedish Algae Factory plantea levantar una fábrica para la producción de Algica que permitirá además reciclar los nutrientes de una piscifactoría.
Algae in solar panels?! Yes, it‘s possible!
A team of 🇸🇪 marine biologists & bio technologists is using #algae shells to increase #solar panel ☀️ efficiency harvesting a natural, environmentally-friendly resource & helping #renewables go #circular ♻️👉🏻 https://t.co/iX3xf1q9ac pic.twitter.com/2pwJSvTh6U— EU Climate Action (@EUClimateAction) April 10, 2019
Tras las fases de planificación y construcción, su cronograma prevé una etapa de demostración ya para 2023. Frente a los 30 kg anuales que podía producir antes en un invernadero, el equipo espera alcanzar ahora unos 500, cifra que confía acabe elevándose hasta los 1.000 kg. “Esto permite al equipo empezar a vender el material al sector de la energía solar”, reivindica.
Aunque su propuesta es algo distinta, Swedish Algae Factory no es la única que se ha fijado en el potencial de las microalgas para generar energía. La mexicana Greenfluidics ha creado por ejemplo paneles capaces de absorber dióxido de carbono y generar biomasa, energía y oxígeno con ayuda de estos microorganismos acuáticos. Su propuesta, eso sí, es bastante distinta a la sueca: usa paneles, pequeños tanques de un color verduzco con cepas seleccionadas.
Hay incluso quien ha ido un poco más allá y se la lanzado a diseñar dispositivos con algas que se alimenta básicamente con fotosíntesis. El objetivo es en esencia siempre el mismo y lo comparten con el proyecto sueco respaldado por la UE: aprovechar el potencial de las microalgas.